Fondo

25 de julio de 2014

O no

Cuando has hecho algo malo.
Algo que sabes que hará que otra persona lo pase mal.
Cuando logras derribar ese muro de mentiras.
Cuando te descubres.
Eso duele.

Cuando no has hecho nada.
Cuando esa persona que tanto te importa piensa que sí lo has hecho.
Cuando desconfía y te hace sentir que la has decepcionado.
Eso no duele.

(Eso)

Golpea en el estómago.
Atraviesa la carne.
Apuñala en el pecho.
Dispara en la boca.
Ahoga en una bolsa de plástico.
Implosiona.
Revienta tu cuerpo.
Estallan las vísceras.
Caen frente a ti.

Alguien llega y las pisa.
Te mira fijamente a los ojos ensangrentados.
Te arranca el corazón.
Te patea el sexo.

Caes de rodillas.
Sorbes aire.
Escupes dientes.
Y susurras algo.

(Algo)

Pero da igual lo que digas.
Esas últimas palabras caen en vano sobre los pedazos que te rodean.
Nadie las recoge.
Se pudren.

Se mezclan con la tierra.
Y nace otra cosa.

(Otra cosa)

Que duele.
O no.







9 de julio de 2014

Pervertida (versus) Sincera


“¿Lo estaré haciendo bien?
¿Le estará gustando?
¿Quizás más abajo?
Y callaste mis voces interiores de un gemido.”

Perversión 1 – Sinceridad 0

Desde el primer día tuve un problema contigo.
Me pasaba cuando vibraba mi móvil avisándome de que habías escrito un mensaje.
Cuando descolgaba y escuchaba tu voz.
Al verte a lo lejos subiendo por la calle hasta el lugar en dónde habíamos quedado.
Me sudaban las manos.
Me latían las sienes.
Me temblaban las rodillas.
Me ponía tan cachonda.

Me notaba desde las entrañas cómo subía por mi cuerpo un calor insoportable.
Una bocanada de deseo incontrolable y enfermizo.
Me sentía sucia.
Guarra.
Zorra.
Pervertida.
Esas ganas terribles de follarte en cualquier lado, a cualquier hora, por cualquier parte… me estaban dejando sin neuronas cabales.

¿En qué piensas?
¿Te sientes bien?
¿Estás a gusto?
¿Tenías ganas de verme?

Era incapaz de mantener una conversación normal a tu lado.
Mi cuerpo no dejaba a mi cabeza pensar con la lógica con la que realizo cualquier otra tarea.

Y sabía que, tarde o temprano, eso podría estropearlo todo.

Perversión 1 – Sinceridad 1

Ella creía que el destino existía.
Que cada uno tiene sus cosas asignadas, debido a esa energía superior que poseen las personas que encuentras a tu paso.

“Si no caminas no encuentras esa energía que te lleve de un lado a otro” decía cuando se le calentaba la boca en temas metafísicos.

 “Luego tú eliges, nena. Eres tú la que decide si pararte o continuar el camino”

Ella defendía las ideas en las que creía.
Que cada uno debe posicionarse siempre, porque las personas que quieren estar a ambos lados se quedan en tierra de nadie.

“Si  no das tu opinión da la sensación de que quieres agradar. De que no tienes personalidad y siempre irás al rumbo de los demás”

Ella  decía lo que pensaba.
Que cada uno debe dejar claro en qué punto está, qué necesita, porque la otra persona no es adivina.

“Piensa que ya tenemos demasiado con atender a nuestra vida, a nuestras mierdas, como para que encima las otras personas esperen de ti cosas que no sabes que necesitan.”

Era tan sincera cuando hablaba. Se le notaba enseguida cuando mentía o estaba haciendo una broma.
Eso nunca se lo dije. Como tantas otras cosas.

Yo no era tan sincera.

Descanso

Algunas veces lograbas asediar que pensara en todas las perversiones que podía hacerte.
Sin importar donde estuviéramos.
O quien rondara alrededor.

Sin que lo supieras adormecías al monstruo.
Con palabras. Tus historias más locas.
Que no pudiera contestarte no supone que no te escuchara.
Con caricias. Tus manos en mi nuca.
Que te tocara con miedo no significa que no te sintiera.
Con silencios. Tus silencios cómodos.

Pero en general seguía latente, la verdad. Para qué engañarme.
Esperando el momento justo para explotar.

¿Cómo solucionamos esta tensión sexual?
¿Sientes tú también esta abrasadora idea?
Nunca me has dicho siquiera si te gusto.

Ahora estoy segura de que soy capaz de estropearlo todo.

Perversión 2 – Sinceridad 1

Mi problema contigo iba mucho más lejos.
Porque una cosa era imaginar mil posturas sexuales y otra muy diferente que fueran a pasar de verdad.

Y es que cuando te acercabas a mi era como esa imagen de película americana.
Con la tensión que produce ver una mano en la pantalla. Esa mano que alarga su dedo índice para pulsar el botón rojo que sabemos que no debería apretar.
Porque algo jodido puede suceder.
La bomba atómica, por ejemplo. Soy la cobarde que grita “no lo hagas!”.

Tú besándome.
Yo sin morderte los labios.
Sin arrancarte las caderas a tirones.
Tú apretándome.
Yo sin agarrarte por las muñecas.
Sin lamerte el cuello.

Tú también tenías tus perversiones.
Me contaste algunas. Me hiciste otras.

Y yo siempre fui incapaz de ser(te) sincera. De dejar mis miedos atrás.
No te lo he dicho nunca, pero en el momento en que te conocí, supe que podría estropearlo todo.

Prórroga

Ya lo sé.
La prorroga es cuando al terminar el tiempo de partido se añaden más minutos para que los equipos puedan desempatar.
Y tú y yo ya no tenemos ese problema.
La energía te llevó a otro lado.

Ahora ella ha encontrado otra racha de aire.

En el momento en que te conocí supe que podría estropearlo todo.

Ahora te lo puedo decir: Estoy segura de que puedo hacerlo.

Rueda de Prensa

Sólo puedo decir que no siempre se gana. A veces sólo se aprende perdiendo.
Perdiéndote cosas.

Así que sigue tu camino.
Muestra tu rostro tal y como es.

Y espera a que el destino te brinde algo ,quizás tan bueno, como fue para mi conocerla a ella.

30 de junio de 2014

Odio los Lunes (I)


Esta mañana (como cualquier otro odiado lunes) tenía que ponerme el casco, coger mi moto y dirigirme a la oficina.

Pero ... miradlo. Él estaba allí, sentado.
Es el hombre que sabe que puede retrasarse al llevar la compra a casa.
Quizás no lleva nada de congelados.
Quién sabe.

Quizás ni viene del supermercado.
Es demasiado obvio, no?

El hombre que descansa junto a mi moto (la que debería coger para ir al trabajo) tiene las bolsas llenas de ... utensilios de cerrajero.
Herramientas y plastilina.

Plastilina con la que estropea tu cerradura.
Para que llames al cerrajero.

Él es el cerrajero y espera a que lo llames porque acaba de joderte la cerradura.

El muy cabrón estropea tu cerradura, se sienta en un banco cercano y escribe en un papel esperando a que suene el teléfono.

El hombre escribe ... qué escribe?

Escribe algo tremendamente importante:
           El secreto de la vida.

Es un hijo de puta que se dedica a fastidiar cerraduras pero sabe el jodido secreto de cómo ser feliz el resto de tu vida.
                                                          Y ahí está. Tranquilo. Como si no pasara nada.

Cuando lo llamas aparece en poco tiempo.
Tú piensas que el tipo es súper eficiente y profesional en su trabajo.

Dejo de dar vueltas a esta idea cuando el hombre se levanta y desaparece en la siguiente calle al frente, a la derecha.

Me pongo el casco.
Me subo a la moto.
Intento meter la llave pero no puedo...

Hay plastilina en la cerradura.