Tengo un puente guardado.
En casa.
En una caja.
Bajo la cama.
Cuando te extraño la abro para sentir el olor a sal y sudor de tu cuello.
Cuando lo compré, el libro de instrucciones decía que podía viajar donde quisiera.
Que sólo tenía que extender el puente y cruzarlo.
Pero soy una adicta a la nostalgia.
Así que sólo abro la caja y te echo de menos como sólo mis sentidos saben hacer.
Al final el Teletienda no contó con que yo... soy incapaz de evitar la distancia.