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10 de mayo de 2013

ESPERA


Esperando la guagua, con este calor insoportable debido a la calima que se mantiene quieta en el ambiente, aire seco, cielo naranja, polvo del Sáhara. La garganta carraspea, la camiseta se me pega a los laterales del tronco, como si quisieran entrar dentro de mi y encontrar algo de agua.

No viene.
En canarias todo va más lento. La gente. Los días. Las horas. Te da la sensación de tener tanto tiempo perdido cuando, por ejemplo, no viene la puta guagua cuando tiene que venir.

Una chica me mira de reojo. Quizás me esté leyendo los pensamientos. Su mirada esboza algo cómplice. Sí, o piensa como yo o más tarde escribirá un cuento sobre mí.
Suspiro hacia adentro, intentando que el aire se enfríe a través de mi garganta. Pero no. No tengo esa habilidad. Qué pena.
Por lo que parece la única virtud que tengo es la de la espera. 
Espero la guagua. Espero que mi vida tenga sentido. Espero que me llames. 
Espero que me llames y me digas lo que quiero escuchar.  Pero el móvil no da señales tuyas, ni tampoco de cobertura. Mejor lo guardo en le bolso.

Me echo hacia atrás en el asiento de la parada. Estiro los brazos, me sumerjo más en mis pensamientos.
La chica que me miraba se sienta también. Es mona. Si no te tuviera entre ceja y encéfalo le pediría el teléfono.
Es mentira. ¿A quién quiero engañar? Nunca me he atrevido a eso. Tu lo sabes.

Cierro los ojos. Apareces.
Siempre haces lo mismo. No lo entiendo, la verdad. Ya puedo estar haciendo la cosa más banal y simple del mundo, que me recordará a ti. A tus ojos, a esa sonrisa tranquila y sincera que se te dibuja desde los labios hasta las manos.


Como si tuviera tu gaviota apoyada en la frente. Siempre sobre mí, recordando el mar que nos separa.
Humedezco mi lengua y la paso por los labios. Los muerdo.

Ayer sin ir más lejos estuviste un rato haciéndome el amor. Y no lo sabes.
Siempre te reíste de mi cuando te decía esto de hacer el amor.
Ya sabes que eso de follar como que no me gusta.

Me acaricio el cuello. Ahora mismo no sé si es la calima o tu. Pero me derrito.
Como me derretía ayer pensando que eran tus manos las que hacían que estuviera tan cachonda. Tan mojada.

Me levanto. O doy un paseo o me quedo petrificada como un periodista viendo a Rajoy a través del plasma.
Qué pena haber dejado de fumar. Tendré algo en el bolso que me ayude?
caramelos sí. Caramelos.
Los caramelos me recuerdan a abrazarte y meter la cabeza entre tu oreja y tu hombro. Dulce, sereno. Vuelvo a respirar.

Ayer me diste un orgasmo increíble.
Espero que la chica ésta de la parada no me lea todos los pensamientos. Pobre, ella no te tiene a ti y a mis orgasmos.
Sonrío.

Si estuvieras aquí estaríamos sentadas, en silencio, con el sol dándonos en la cara. Me podría mojar los labios con tu lengua.
Pero no estás. Y la guagua aparece. Y el aire acondicionado al subir me da una hostia en la cara.

Y ya no volveré a pensar en tus manos hasta esta noche, cuando me vuelvas a dar otro orgasmo, cuando vuelva a pensar en ti…. Cuando vuelva a pensar en ti.

PD: La Kate se reserva el derecho de mentir e inventar tantas cosas como desee. Todo ello siempre con un cigarro en la mano.

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