Fondo

17 de mayo de 2013

Musas Cabronas


Me pides un cuento  infantil. 
Quizás para nuestros futuros no hijos. 
O no hijas. 
Podemos elegir lo que no queremos tener.

Pero ya no vienen las musas inseminatorias a visitarme.
Ni las hijas de las musas a darme historias que contarte.


Me hablas del erotismo festivo de mi mente calenturienta. 
De mis palabras sucias que animan, sacian y recuerdan lo que podría ser y no será.

Pero ya no vienen las musas cachondas a visitarme. 
Ni sus dildos, ni sus látigos, ni sus caricias de cuero sobre mí.

Me pides que no te de las gracias, que no te pida perdón. 
Que sea yo.

Pero ya no vienen las musas agradecidas y complacientes a visitarme.
Ni dejé de ser yo ni dejaré de ser otra que no soy.

Me hablas con silencios que me llenan de palabras mudas. 
De haches que no se leen, que no se escriben, que no existen en tu a-veces-diario.

Pero ya no vienen las musas mudas a visitarme. 
Ni las humildes, ni las que se muestran tal y como las parieron.

Me pides que me muestre clara y sincera, 
tal y como quizás algún día fui con alguien o incluso conmigo misma.


Me pides y no tengo para dar.



Silencio.

Vista atrás.
Borrón.


Las musas, Oh! las musas.


Las musas me dejaron una carta para ti antes de irse.
Es lo único que tengo de ellas. 
Es lo único que tengo de ti.

Pero no voy a leerla, porque quizás me atraiga demasiado.
Y lo peor que podría pasar es que te hiciera musa y diosa de mi locura.

Y eso no lo permitirían las musas. 
Al fin y al cabo ellas ni comen ni dejan comer.

Al fin y al cabo esa carta es lo único que queda de mí....

Y yo paso de leerme.



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