Fondo

13 de septiembre de 2013

Putadas del Destino

El hombre del tiempo que nunca había acertado en sus predicciones salió de casa temprano.
La noche anterior comunicó a su público que caerían chuzos de punta. Pero no fue así, como siempre. El día estaba soleado y tuvo que cambiar el chubasquero por las cholas y las bermudas.


La mujer óptico que nunca había acertado en las dioptrías de sus clientes salió de su trabajo antes de tiempo. Cada día tenía menos pacientes debido a sus falsos diagnósticos.

Los dos se cruzaron en un puesto del mercado, junto al puesto de antigüedades.

Ella con la chaqueta enrollada en el bolso, pues el hombre del tiempo había pronosticado lluvias.
Él llevaba puestas unas gafas de sol graduadas por ella. No veía bien, pero le habían costado tan caras que tenía que darles uso.

Después de esta vez se encontrarían muchas más veces a lo largo de su vida. Pero nunca llegarían a conocerse. Esa sería la putada de las Moiras, pendientes de cada designio de sus vidas.

Porque las diosas estaban cansadas de cambiar sus vacaciones por culpa del inepto del tiempo. Y porque su trabajo se había vuelto más estresante desde que la gente no se veía en los lugares asignados debido a la imbécil de la óptica.

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