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4 de noviembre de 2013

Sobrevivir al despiste

Después de la ducha matinal se dirigió al armario y cayó en la cuenta que hacía más de una semana que no ponía una lavadora.
No tenía ropa interior limpia.

Si tuviera 15 años menos se dirigiría como una energúmena hacia la cocina gritándole a su madre lo inepta que era por no tener preparadas unas bragas limpias y bien dobladas. Pero no era la situación.
Ya hacía unos añitos que vivía sola, así que ya no tenía a nadie a quién gritar.

Estuvo un rato decidiendo si le daba la vuelta a las últimas que había usado o si por el contrario empezaba el día  "a culo pajarero". 

En la indecisión encendió el teléfono y buscó en google imágenes "culo pajarero", pero no salió nada interesante. Volvió atrás y buscó directamente en la web: "Cómo sobrevivir sin bragas". 
Que aunque ya iba con el tiempo justo para ir al trabajo necesitaba saber la opinión experta "del interné".

La primera entrada que apareció era una de esas preguntas que alguien pone en algún foro con la esperanza de ser contestada.
La pregunta era: ¿Qué opináis de ir sin bragas?
En la que una chica muy preocupada no sabía si salir sin ellas (por petición de su novio), pero con la preocupación constatada de que "a mi me da cosa, y mas al vivir en una ciudad pequeña en la que nos conocemos casi todos".

Se sentó en el sofá y se preguntó si se podía considerar su ciudad como pequeña. ¿Ya la conocían todos?

Siguió con su lectura totalmente hipnotizada. Las respuestas eran inquietantes y más de la mitad afirmaban que era un placer andar por ahí sin ellas.

¿Acababa de descubrir que había perdido parte de su vida en lavar y ponerse unas bragas? 
La última vez que fue al cine, ¿estuvo sentada donde antes otra se había sentado sin ellas? ¿En la guagua? 
¿Habría tenido amigas sentadas en su sofá sin nada bajo su ropa?



Apagó el móvil y se dispuso a probar por primera vez esa sensación.
Se vistió, se maquilló y salió directa al trabajo, que ya llegaba tarde.

Epílogo "pajarero"

Cuando llegó de noche a su casa no recordaba muy bien cómo llegó, qué hizo durante el día, qué almorzó o si en la clase de pilates había hecho los ejercicios.


Cuando estás sin bragas estás más despistada. Esa era su conclusión.

Y a la mañana siguiente volverá a enfadarse, porque olvidó de nuevo poner la lavadora. 

Y es que ya sabe porqué hay mujeres que no llevan bragas: simplemente, sobreviven al despiste.

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